Pocos y escasos datos ofrecieron los medios comunicación sobre dos accidentes aéreos ocurridos en al mar de Alborán frente a las costas de Almería en el primer semestre de 1969 donde perdieron la vida doce militares.
Ambos accidentes se produjeron en un escaso intervalo de tiempo de apenas dos meses.
Para el Ejército del Aire, los accidentes fueron un cúmulo de mala suerte, inexperiencia e incluso se habló de un porcentaje de imprudencia por parte de los pilotos. Sin embargo, para distintos expertos en temas de Ufología, entre ellos el desaparecido Antonio Ribera, ambos casos fueron un claro exponente de un fenómeno paranormal. Para el investigador, los aparatos -ambos del mismo tipo y modelo- fueron abducidos por una misteriosa fuerza que los hizo súbitamente desaparecer.
El 14 de mayo de 1969, a las seis menos cuarto de la tarde, a poco más de una milla de las costas de Cabo de Gata se estrelló un avión militar con ocho tripulantes a bordo. Se trataba de un avión antisubmarino AN-17 ‘Grumman’. Solo fue rescatado con vida el teniente de navío Pedro Mackinlay Leiceaga. El avión había despegado de Cartagena donde había estado de maniobras y se dirigía a Jerez de la Frontera. Los restos de la aeronave partida en dos, así como los cuerpos de otros cinco tripulantes se hallaron a 40 millas en el mar de Alborán.
Los buzos de la Armada no llegaron a rescatarlos por orden del Ministerio de Marina debido al estado de descomposición en que se encontraban los cuerpos. Las causas que provocaron el accidente no se conocieron oficialmente aunque se especuló sobre una maniobra arriesgada del piloto. El único superviviente fue rescatado con vida por el buque ‘Garby’ que navegaba por la zona.
Un par de semanas después que concluyeran las maniobras de búsqueda de este avión y su tripulación, un segundo accidente en la misma zona y en circunstancias similares encendió las alarmas en las autoridades. Ocurrió a las 15.50 horas del 3 de julio de 1969. El radiotelegrafista de la base militar de Jerez de la Frontera fue el receptor de las últimas palabras del comandante Antonio González de Boado, piloto del avión ‘Grumman’ adscrito al 206 Escuadrón de las Fuerzas Aéreas de la base gaditana.
Sus palabras nítidas y altas desde la cabina de la aeronave fueron un mensaje angustioso de socorro. “Vamos hacia un gran sol”. Fueron las últimas frases recogidas por el controlador de la base. Luego silencio. Desde ese momento se le perdió el rastro al avión y a su tripulación.
Curiosamente, el comandante González de Boado fue el primer oficial español que investigó por su propia cuenta el fenómeno OVNI en España.
El avión del comandante Boado había salido del aeropuerto de Jerez de la Frontera con misiones relativas sobre el control y seguimiento ante la posible presencia de barcos rusos en misiones de espionaje en aguas desde Gibraltar hasta Almería. Curiosamente, el comandante Boado debía de haber comenzando sus vacaciones estivales un día antes del accidente,pero decidió retrasarlas ante el encargo de sus superiores para llevar a cabo esta nueva misión.
De los siete tripulantes nada se supo. Aparecieron diversos restos dispersos en el mar, como los asientos de la aeronave. En las labores de rescate y búsqueda ampliada desde Gibraltar hasta las costas almerienses participaron distintos aviones del Ejército de Tierra, helicópteros y buques de la Armada.
Los amantes de la Ufología no tardaron en dar rienda suelta a sus diversas especulaciones. ¿Fueron los aviones teletransportados por esa potente luz? ¿El mar de Alborán es un vértice de un triángulo de la muerte? ¿Se desintegraron los aviones antes de tocar agua? También se corrió el rumor de que los rusos pudieron tener algo que ver con estas desapariciones y sus potentes armas atómicas.
Más de medio siglo más tarde, el misterio está servido.
Escrito por JOSÉ ÁNGEL PÉREZ