¿Quién hay por aquí de la época ‘Millennial’? Lo primero de todo es que si naciste entre el 1985 y el 1995 déjame decirte dos cosas, una es que eres un «Millennial» y la otra es que ya tienes unas cuantas canas… ¡Pero y lo bonito que es haber nacido en esta época! Todo lo que teníamos y lo felices que éramos con tan poco…
Nacimos entre los últimos coletazos del VHS y los primeros pasos del Internet. No había preocupaciones, ni WhatsApp ni RRSS y la única forma que teníamos para contactar con nuestros amigos era una llamada al fijo de casa o por el mítico «Chat Terra» donde a ver quien tenía el mejor email tipo tuchico_lokito_92@yahoo.com o el mejor nik como «xXx_En mI bArRio Te vAcILo & En eL tUyO mArCo EsTiiLo_xXx»

Nos levantábamos con el «La Banda» o el «Club Megatrix» en la tele, y desayunábamos cereales Chocapic viendo a Espinete darle los buenos días a Ana. Nos llevaban al cole con mochilas de ruedas o la de tela con cordones, y el almuerzo era un clásico: Pan con chocolate o con Tulipán y azucar. A veces, si había suerte, caía un Pantera Rosa o un Bollycao.

Los recreos eran el escenario de nuestras primeras aventuras: Jugábamos al elástico, a la comba, al «pilla-pilla» y al «pollito inglés». Los más valientes se medían en peonzas, canicas o al yo-yo de la Coca-Cola. Intercambiábamos tazos de los que nos salía en el Bollycao, cromos de la liga, o cartas de Pokémon con más tensión que un pacto de gobierno. Y luego estaban los días de lluvia, donde el recreo se hacía en clase, y sacábamos el «Conecta 4», el «Quién es Quién», o un parchís roñoso del armario del profe.

Luego llegábamos a casa y poníamos «Los Simpson» para comer y acto seguido nos metíamos en nuestro cuarto a jugar al «Zelda» en la Nintendo 64 hasta que nos tocaban a la puerta para jugar a la pelota en la plazoleta. ¡Qué recuerdos!

Bueno y los que teníamos pc ¿os acordáis como era entrar en internet con el Windows 3.0? ¡Era todo una odisea! Tenías que asegurarte primero de que no hubiera nadie en el teléfono, conectar el cable y esperar un par de minutos para conectarte. No era como ahora, esto se tomaba su tiempo y podía ser algo molesto, pero jamás olvidaremos la emoción cuando la torre dejaba de hacer el ruidito ese que tanto conocemos y por fin podíamos «surfear» la web.

¡Y los fines de semana si que molaban! Nos despertaba ese olorcillo a churros que nuestro padre traía para desayunar y corriendo ponías Dragon Ball en Canal Sur mientras desayunabas. Ese día tocaba comer en casa de la abuela con toda la familia y llevabas contigo todos los juguetes que se te ocurrían para jugar con tus primos o acabar peleándote por quien tiene el mejor y no querer compartirlo.

Y sabemos que esa noche el plan estaba claro, ¡ir al videoclub a por una peli! Antes, teníamos que ir a lugares físicos a buscar películas y, si eras un cinéfilo, podrías pasarte horas buscando una película que no hubieras visto entre la limitada oferta de los videoclubes de tu barrio. Por otro lado, también había algunas reglas de cortesía para seguir. No podías demorarte mucho en devolver la película porque tenías que pagar una multa y, para los que usábamos VHS, ¡no había cosa más grosera que devolver una película sin rebobinarla antes!

¿Y cuándo fue la última vez que viste un teléfono público? Nosotros sí que los usamos y a mucha honra. Hoy en día es casi impensable porque hasta los niños de preescolar tienen móviles. Antes eran gigantes, caros y no tenían juegos, así que, por lo general, los padres los tenían y los niños nos teníamos que arreglar con el teléfono de casa o con uno público de los que le echabas 5 pesetas para poder hablar.


¡Aquellos años si que molaban! ¡Ojalá pudiéramos volver aunque fuera solo un ratito!