¡Ayy! ¡Como me gusta esta época del año! Sobre todo las buenas costumbres de esta época… ¡Los dulces típicos de Semana Santa! ¡Por Dios, esos roscos, esas torrijas, esos pestiños y la leche frita! ¡Se me hace la boca agua!
Aquí la Semana Santa no es solo para vivir la pasión cofrade ¡Sino para pegarse un buen festín con los dulces tradicionales! No hay nada más auténtico que disfrutar de estos manjares caseros que se preparan con tanto cariño y sabor.

¡Os voy a contar un poquito de donde viene esta tradición! Resulta que en Cuaresma que, como ya sabemos, es el periodo de cuarenta días previos a la semana santa, los fieles se abstenían de comer ciertos alimentos como la carne y los productos lácteos, por lo que las madres y abuelas elaboraban dulces basados en ingredientes como el azúcar, la miel, las harinas y las frutas, sin necesidad de recurrir a los productos prohibidos por el ayuno ¡Tu fíjate! ¿Y cuales son?

Pues voy a empezar con lo que nunca puede faltar en Semana Santa: las torrijas. ¡Madre mía, qué buenas están! ¡Esto es como el Messi de los dulces de semana santa! Aquí las torrijas son todo un arte, porque se hacen con pan de miga de esa gorda ¡Que se empapa bien en leche o vino! Y luego se fríen en aceite de oliva del bueno ¿eh? ¡Puff es que están de muerte!

Luego tenemos los pestiños, esos dulces fritos, con esa harina de toda la vida, que se bañan en miel y canela… ¡Ayyy, qué locura! En nuestra ciudad, los pestiños son la combinación perfecta entre lo crujiente por fuera y lo jugoso por dentro. La miel le da ese toque que hace que no puedas parar de comerlos, y lo mejor es que, como aquí somos muy exagerados, ¡siempre hay pestiños para rato!

¿Y qué me dices de la leche frita? ¡Esto es otra cosa, nene! Esto es una especie de flan firme, compuesto por leche, harina, azúcar, canela y yemas de huevo. Es el postre perfecto para compartir en familia o con los amigos después de un buen día de procesiones. ¡Es que no pueden faltar! ¡Son un manjar de los Dioses!


¡Bueno, y no puede faltar el dulce que une a toda la familia ‘ancalagüela’! ¡Los roscos! ¡Esos roscos que están tan buenos que da igual que te hayas hartado de comer que siempre te entra uno o dos de postre! Se suelen hacer con huevo, harina y azúcar, pero lo que realmente los hace especiales es ese toque crujiente que se forma por fuera cuando se hornean. Si eres de tradiciones como yo, sabes que no hay Semana Santa sin ellos. ¡Es el toque nostálgico de los abuelos y del sabor de toda la vida!


